Creo muchos sabemos que existe una abundante filmografía acerca del exterminio masivo de judíos a manos de los nazis, pero aun así el tema sigue causando escozor y peor aun si se tratan de propuestas que dismitifican aquel hecho en la historia. En ese sentido, El niño con el pijama de rayas, dirigida por el británico Mark Herman a partir de la novela homónima de John Boyne, se emparenta con La vida es bella [1998] del italiano Roberto Benigni, que proponía una visión poco solemne, incluso farsica, sobre los campos de la muerte ideados en la Alemania de Hitler.

Esta historia esta contada desde la mirada de un niño de 8 años hijo de un alto comandante de la SS. Bruno [Asa Butterfield] deja atrás su plácida vida en Berlín para mudarse a una zona aislada en el campo junto con su familia. El niño cuyo mayor deseo es convertirse en explorador, no entiende por que su hermana se deshace de sus muñecas para cubrir de propaganda nazi su recamara, o por que su padre no mueve un dedo cuando un subalterno maltrata al viejo judío que ha curado su pierna herida. Tampoco entiende por que no puede salir de los limites del jardín de su casa, o por que en la «granja» vecina todos visten pijama de rayas y el hecho de que su único amigo, Shmuel [Jack Scanlon], un niño judío de su edad, lleva un numero, siempre esta triste, asustado, hambriento y vive detrás de una alambrada.

A la película le falto, quizá, una puesta en escena mas contundente y dramática, no obstante, y a pesar de sus situaciones un tanto inverosímiles, el encuentro de Shmuel y Bruno en casa de este, elude el sentimentalismo y propone un terrible relato moral en el que la candidez de dos inocentes los lleva directamente al horror, como sucede en la escalofriante escena final, e un filme sobre el odio irracional y la perdida de la inocencia.

//[Lars]///