-Es domingo, va a llover y seguro hay mil cosas mucho más interesantes qué hacer.

-¿Alguien sabe cual es el nombre del diputado de su sector-colonia?, ¿sabe cuáles son sus propuestas?, ¿les importa?.

-Ninguno de los partidos políticos contendientes, ni sus candidatos nos representan en lo absoluto. Sus propuestas desesperadas, de relumbrón (despenalización de las drogas, penas de muerte, vales mágicos para medicinas y estudios), teniendo que utilizar al deplorable mundo de la farándula televisiva, habla mucho de la calidad de organismos políticos que quieren que los avalemos.

-¿Se acuerdan de esa mamada que se llamó Tu Rock es Votar?, ¿sirvió de algo que los convencidos por esa basura votaran?, ¿mejoraron sus condiciones de vida?

-Nos cacarean que votando nuestra democracia crece. ¿Cómo es posible que algo crezca sin siquiera haber nacido? En México no hay ni habrá democracia porque no hay transparencia, no hay confiabilidad en los comicios, aunque los diputados firmen sus compromisos de campaña ante notario público. ¿Quién va ir a levantar el acta cuando el diputado no cumpla lo que firmó? Más aún, ¿qué abogado se va a aventar el tiro de perseguir al diputado? Por favor, sólo falta que nos digan cuál dedo quieren que nos chupemos.

-Lo dije en comicios anteriores y lo repito: los candidatos de los partidos políticos, “suspirantes” a cualquier cargo de elección popular sólo buscan una cosa, el poder. Y por esa sola razón sería un deber moral no hacerles el juego y avalarlos.

-Pero aquí viene la parte triste, aunque anules tu voto o no vayas a votar, aunque una sola persona vote por algún candidato, ese candidato se declara ganador. Tengo un amigo en el IEDF con el que discutí este tema. De entrada ni siquiera hay un requerimiento minino de votos para hacer valida la elección. Un solo voto decide por todos. Así que es a güevo, si no votas ganan y si votas también. ¿Les vas a hacer el juego?

-Sería maravilloso que las casillas estuvieran desiertas y después de los comicios, todos los que no fuimos a votar, nos organizáramos en actos de desobediencia civil, negándonos a acatar las acciones que tomen aquellos que no nos representan. Este voto nulo, podría ser el principio de una nueva organización de la sociedad civil. Tomemos la oportunidad ahora y hagamos que nazca en verdad la democracia: un estado donde el pueblo sea autogestivo y deje de delegar en mesías y figuras paternas su propio destino.

Por «Patas» de la Revista «R&R»

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