Al parecer quedaron atrás las aventuras y los juegos de niños. Se eliminan mayormente las criaturas fantásticas y los seres monstruosos, los hechizos pueriles y las pinturas vivientes. Se refuerza la imagen del quidditch como juego violento y viril, y los jóvenes se transforman debido a las hormonas y el gusto por el sexo opuesto. Y es que “Harry Potter y el misterio del príncipe”, sexta entrega de la saga, se inclina por los cambios adolescentes.

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No obstante el director apuesta por los lidios y los celos dignos de RBD o High School Musical y la continuación de una formula que corre el riesgo de estancarse. En contraste aciertan en dosificar el protagonismo del huérfano Harry y compartirlo con sus mejores amigos Ron y Hermione, y es que el profesor Dumbledore, acaba trastocándose en el gran protagonista del relato.

La trama esta dividida en dos partes, primero, la parte romántica: Potter ama a Ginny, hermana de Ron, y viceversa. Ron ama a Lavender y Hermione a Ron, provocando sus celos. Y segundo, el hallazgo de un libro de pociones perteneciente a un extraño personaje del pasado: el príncipe mestizo, cuyas claves solo pueden ser descifradas a través de los recuerdos que guarda el vanidoso ex-profesor de pócimas, Horace Slughorn.

Quizá no sea la mejor película del mago ya que puede resultar lenta y con mucho bla bla bla, en un relato sobre la toma de decisiones: ya sea los que apuestan por el bien, o aquellos elegidos para continuar las artes oscuras.

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